Tecnología
El primer paciente con un chip de Neuralink ya puede controlar un mouse con la mente, según Musk
Neuralink no estará disponible al corto plazo y prevé que el estudio de sus implantes puede tomar hasta seis años.
El primer paciente humano con un implante cerebral de Neuralink ahora tiene la capacidad de controlar el mouse de una computadora mediante sus pensamientos, según Elon Musk, CEO de la empresa. El aparente hito alcanzado en el ensayo clínico representa un avance en la validación de la tecnología que promete mejorar la calidad de vida de personas que sufren parálisis o lesiones cerebrales traumáticas.
El empresario declaró que “los progresos son buenos, y el paciente parece haberse recuperado totalmente, sin efectos nocivos de los que tengamos constancia”. En una sesión de X Spaces organizada por la periodista Katherine Brodsky, adelantó que los investigadores de la compañía de neurotecnología están trabajando para conseguir que el paciente realice la mayor cantidad de clics en los botones del controlador mediante procesos cognitivos conscientes. La capacidad le permitirá realizar diferentes acciones en una computadora a corto plazo y, eventualmente, manejar más de dos interruptores. Neuralink no ha confirmado ni desmentido la información
El primer implante en un humano de la interfaz cerebro-computadora (BCI, por sus siglas en inglés) conocida como Telepathy ocurrió a finales de enero. La compañía reclutó a voluntarios mayores de 22 años con tetraplejia (parálisis de las cuatro extremidades) provocada por una lesión de la médula espinal cervical, o con esclerosis lateral amiotrófica (ELA).
Telepathy es un implante conformado por una serie de chips y componentes eléctricos avanzados que son capaces de procesar señales neuronales y transmitirlas de forma inalámbrica a la aplicación de Neuralink. El software opera como un traductor que las convierte en acciones predefinidas. La interfaz neuronal registra la actividad de su portador a través de 1,024 electrodos distribuidos en 64 hilos ultrafinos y altamente flexibles que garantizan un menor daño durante la implantación, asegura la empresa.
La tecnología utilizada por Neuralink no es nueva. Las BCI se utilizaban solo con fines de investigación en laboratorios académicos, hasta hace poco. El dispositivo más común empleado es el Utah Array. Desarrollado por Richard Normann, profesor de bioingeniería en la Universidad de Utah, registra la actividad cerebral mediante 100 electrodos. Los expertos explican que el valor agregado en el desarrollo de la organización de Musk es la cantidad de electrodos implantados y su condición inalámbrica.
Neuralink está lejos de convertirse en un negocio
Las soluciones de Neuralink se han centrado en un amplio espectro de usos médicos. No obstante, la compañía no ha descartado su uso con fines de entretenimiento y productividad. El potencial de la tecnología ha despertado el interés de los inversionistas. En noviembre pasado, obtuvo una nueva ronda de capital de riesgo por 43 millones de dólares para alcanzar un financiamiento neto de 323 millones. Pese al entusiasmo, la propuesta ha sido objeto de fuertes críticas desatadas por las primeras pruebas del hardware en monos. Los ensayos clínicos pusieron en duda la seguridad de los implantes y la ética de la empresa.
En 2022, el Comité de Médicos para una Medicina Responsable acusó que los primates involucrados habían sido sometidos a angustia psicológica e infecciones crónicas. Según la organización sin fines de lucro, la firma habría provocado la muerte de al menos 12 primates. Elon Musk reconoció el fallecimiento de los animales en septiembre, pero negó que fuera “resultado de un implante Neuralink”. Argumentó que los decesos estuvieron relacionados con enfermedad terminal. Una serie de investigaciones, como la realizada por WIRED, demostraron inconsistencias en estas declaraciones.
La comercialización de la tecnología aún está lejos. Elon Musk ha dicho que, pese a los avances, las interfaces de Neuralink se encuentran en una etapa de desarrollo muy temprana. La empresa prevé que el estudio de sus implantes tardará hasta seis años en completarse. Aun si los científicos lograran reducir la brecha, los analistas sugieren que obtener los permisos de los reguladores para el uso generalizado de la propuesta será un proceso complejo debido a su naturaleza. La disposición de los usuarios para permitir que una serie de chips y procesadores sean implantados en su cerebro será una barrera aún más difícil de superar.
Fuente: wired.com