“100 soldados rusos más han sido capturados desde el comienzo del día” dice Zelensky

Kiev sorprendió a su enemigo el 6 de agosto con la mayor incursión en el país desde el final de la Segunda Guerra Mundial.

El ejército ucraniano avanza en la región rusa de Kursk y pretende crear una “zona de seguridad” y corredores humanitarios, afirmó Kiev este miércoles (14), cuando su gran operación en territorio ruso cumple ocho días. Ante la invasión de Moscú hace dos años y medio, Kiev sorprendió a su enemigo el 6 de agosto con la mayor incursión de un ejército extranjero en el país desde el final de la Segunda Guerra Mundial. “Estamos avanzando en la región de Kursk. De uno a dos kilómetros en distintas zonas desde el inicio del día. Más de 100 soldados rusos adicionales fueron capturados en el mismo período”, dijo el presidente ucraniano Volodymyr Zelensky en Telegram. La antigua república soviética, independiente desde 1991, quiere crear una “zona de seguridad” en esta región, para “proteger a nuestras comunidades fronterizas de los bombardeos hostiles diarios”, anunció el ministro ucraniano del Interior, Ígor Klymenko.

La viceprimera ministra ucraniana, Iryna Vereshchuk, anunció que las tropas de su país tienen previsto “abrir corredores humanitarios para la evacuación de civiles: tanto en dirección a Rusia como a Ucrania”, y autorizar el acceso a las organizaciones humanitarias internacionales. La incursión obligó a la evacuación de más de 120.000 personas, provocó la muerte de 12 civiles y hirió a más de un centenar, según las autoridades rusas. El Ejército ruso indicó que sus fuerzas terrestres, apoyadas por aviación, drones y artillería, “repelieron los intentos de grupos móviles enemigos a bordo de vehículos blindados de penetrar profundamente en territorio ruso”.

Estado de emergencia en Bélgorod
Zelensky mencionó este martes los combates “difíciles e intensos” en la región de Kursk y afirmó que 74 localidades estaban bajo control de Kiev. También decía que “cientos” de rusos habían sido hechos prisioneros. El gobernador de la vecina Bélgorod, Viacheslav Gladkov, declaró este miércoles el estado de emergencia debido a los intensos bombardeos ucranianos. El comandante ucraniano, Oleksander Sirski, reivindicó la confiscación de 1.000 kilómetros cuadrados de territorio ruso. Las autoridades rusas dijeron el lunes que habían perdido el control de 28 localidades y que la incursión se extiende 40 kilómetros de ancho y 12 kilómetros de profundidad en territorio ruso. Según cálculos realizados el martes por la AFP a partir de datos del Instituto de Estudios de la Guerra (ISW), basados ​​en fuentes rusas, las tropas ucranianas avanzaron 800 km2 en la región de Kursk. A modo de comparación, Rusia ha ocupado 1.360 km2 de territorio ucraniano desde el 1 de enero de 2024, según la misma fuente.

“Dilema” para Rusia
El portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores de Ucrania, Georgy Tiji, aseguró el martes que Kiev no desea anexar ningún territorio tomado en Kursk y que cesará si Moscú acepta una “paz justa”. Desde febrero de 2022, la antigua república soviética se enfrenta a una ofensiva de Moscú, que ocupa hasta el 20% de su territorio, incluida la península de Crimea, anexada en 2014. Las negociaciones se han estancado por la dificultad de conciliar demandas.

Zelensky dice que está intentando desarrollar un plan antes de las elecciones presidenciales de noviembre en Estados Unidos, su principal aliado, que sirva de base para una cumbre de paz que incluya al Kremlin. Su homólogo ruso, Vladimir Putin, puso como condición para las negociaciones que Kiev cediera los territorios ocupados por Moscú y renunciara a su membresía en la OTAN, exigencias inaceptables para Ucrania y sus aliados occidentales. El martes, el presidente estadounidense Joe Biden dijo que la ofensiva ucraniana “crea un verdadero dilema para Putin”.

Los rusos, entre la ansiedad y el desdén
Para Ucrania, la incursión sube la moral de sus tropas, tras meses a la defensiva y cediendo terreno al enemigo con más armas y soldados. En Moscú el sentimiento es de angustia. “Estamos muy preocupados”, dijo Olga Raznoglazova, que vive a 30 kilómetros de la central nuclear de Kursk. “Hasta donde sabemos, la ofensiva ha sido controlada y nuestros soldados están tomando las medidas necesarias y defendiéndose”, afirmó. Román, de 41 años, que trabaja en la Marina, restó importancia al ataque. Según él, se trata de un “pequeño grupo de saboteadores” armados por las potencias occidentales y la OTAN. El ejército ruso “los matará y punto”, declaró.