Desde hace mucho tiempo, los seres humanos hemos soñado con encontrar vida en otro planeta y a pesar de los avances tecnológicos no se ha logrado todavía. Sabemos que hay millones de galaxias con millones de estrellas y planetas cada una pero aún así no encontramos vida extraterrestre; esto lo explica la Paradoja de Fermi.

Otra ilusión humana es encontrar otro planeta capaz de albergar a los humanos; es decir, un lugar tan parecido a la Tierra que nos permita establecer colonias y desarrollar de nuevo la civilización. Y aunque gracias a las exploraciones espaciales ya se han encontrado muchos candidatos, aún faltan investigaciones.

 

NASA/Ames Research Center/Daniel Rutter

Este es el caso del Kepler-1649c.

El telescopio caza-planetas Kepler, de la NASA, orbitaba alrededor de nuestro Sol, observando el universo en busca de nuevos mundos habitables. Aunque llegó al fin de sus días, nos dejó vastos descubrimientos que tomará años analizar. La nave dejó de prestar sus servicios en octubre de 2018, cuando se acabó su combustible.

El Kepler fue lanzado al espacio en 2009, formaba parte del programa Discovery de la NASA y su objetivo era descubrir planetas con un tamaño y distancia de su estrella, similares a los de la Tierra.

El telescopio utilizó el «método de tránsito» que consiste en buscar caídas de brillo que los planetas causan al pasar frente a las estrellas; mide la curvatura de la luz y sus cambios periódicos.

Durante nueve años, el telescopio identificó 2740 candidatos a exoplanetas, de los cuales sólo se han confirmado 114 en 69 sistemas estelares. El total de exoplanetas que identificó el Kepler representa dos tercios de la cantidad de exoplanetas descubiertos hasta la fecha, que son 4100.

Entre todos estos datos, los científicos encontraron algo maravilloso: un planeta rocoso del tamaño de la Tierra que podría tener agua en estado líquido y sustentar la vida.

NASA/Ames Research Center/Daniel Rutter

A 300 años de la Tierra, el exoplaneta Kepler-1649c rodea una estrella enana roja; está en la llamada «zona habitable». Es decir, a una distancia perfecta de la estrella para que no sea muy caliente ni muy frío, y su órbita dura 19.5 días terrestres.

El exoplaneta tiene un diámetro de 6,753 kilómetros, es mayor al de la Tierra, que mide 6,371. Se sabe que recibe 75% de luz de su estrella, por lo que la temperatura del Kepler-1649c podría ser lo suficientemente similar a la de nuestro planeta.

Esto significa que podría haber agua líquida.

La estrella se llama Kepler-1649, es una enana roja tipo M, solo tiene dos planetas orbitando alrededor de ella. Uno es el Kepler-1649b, que es similar al planeta Venus de nuestro sistema solar, tanto en su tamaño como en su órbita. El otro es Kepler-1649c.

NASA/Ames Research Center/Daniel Rutter

Un pequeño problema que tienen las enanas rojas es que frecuentemente lanzan poderosas llamaradas, sobre todo en su juventud, lo que pone en riesgo la atmósfera de los planetas que la orbitan.

Este tipo de estrella es muy común en el universo; de hecho, se estima que el 70% de las estrellas de la Vía Láctea son enanas rojas.

Entonces, es fácil imaginar que realmente hay millones de mundos muy parecidos a nuestro planeta Tierra y que podrían albergar vida humana.

El administrador asociado de la Dirección de Misión Científica de la NASA, Thomas Zurbuchen, dijo:

«Este mundo distante e intrigante nos da una esperanza aún mayor de que una segunda Tierra está entre las estrellas esperando ser encontrada»